Oppenheimer

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Oppenheimer

“Oppenheimer” es la nueva película dirigida por Christopher Nolan que presenta un retrato complejo y vívido de J. Robert Oppenheimer, conocido como “el padre de la bomba atómica”. En esta epopeya cinematográfica de tres horas, se condensa un monumental cambio de conciencia. La historia abarca la vida del físico teórico estadounidense desde la década de 1920 hasta su papel como director del Proyecto Manhattan en Los Alamos, donde se desarrollaron las bombas atómicas que cambiaron el curso de la Segunda Guerra Mundial.

Basada en la biografía autorizada “American Prometheus: The Triumph and Tragedy of J. Robert Oppenheimer” de Kai Bird y Martin J. Sherwin, la película dirigida por Nolan explora la vida de Oppenheimer, incluyendo su rol en el Manhattan Engineer District, también conocido como el Proyecto Manhattan. La historia se centra en cómo él y otros brillantes científicos de la época trabajaron para dominar las reacciones nucleares con el objetivo de crear las armas que terminaron la guerra en el Pacífico con las devastadoras bombas atómicas lanzadas sobre Hiroshima y Nagasaki.

“Oppenheimer” es una inmersión en el drama del genio, la arrogancia y el error, tanto a nivel individual como colectivo. Nolan destaca la construcción de la bomba, fascinante y aterradora, pero evita mostrar los bombardeos reales. La película se enfoca en las implicaciones de las explosiones atómicas, el sufrimiento que causaron y la carrera armamentista que desencadenaron. A través de un virtuosismo cinematográfico, Nolan crea una obra que no busca el lucimiento personal del director, sino transmitir la historia con fidelidad.

La trama sigue a Oppenheimer, interpretado con intensidad por Cillian Murphy, a lo largo de décadas, desde su juventud en los años 20 hasta su madurez. Se abordan sus logros personales y profesionales, como su trabajo en el Proyecto Manhattan, así como las controversias que enfrentó, los ataques anti-comunistas que casi lo arruinaron, y las amistades y romances que lo sostuvieron, pero también lo perturbaron. Una relación sentimental con una política llamada Jean Tatlock (interpretada por una vibrante Florence Pugh) y su matrimonio con Kitty Harrison (Emily Blunt) son destacados en la trama.

Nolan ha estructurado la película de manera compleja, utilizando secciones en color y blanco y negro que se entrelazan como un doble hélice de ADN. A través de este enfoque, el director explora conceptos como la fisión (división en partes) y la fusión (unión de elementos). El ritmo acelerado y la fragmentación narrativa llevan al espectador a través de distintos periodos de la vida de Oppenheimer de manera no lineal, lo que hace que la película sea una experiencia en sí misma.

El cineasta evoca la efervescencia intelectual de la época en Berkeley, donde Oppenheimer aprende la física cuántica y crea un centro de estudio en la materia. La película muestra debates científicos y cálculos misteriosos que Nolan traduce de forma comprensible para el público, ofreciendo una perspectiva emocionante de los diálogos intelectuales.

La historia cambia drásticamente cuando Alemania invade Polonia en la década de 1930, y Oppenheimer se involucra en el Proyecto Manhattan gracias a su amistad con Ernest Lawrence (Josh Hartnett), inventor del ciclotrón, y Leslie Groves (Matt Damon), militar a cargo del proyecto. A pesar de sus ideales de izquierda y asociaciones con miembros del Partido Comunista, como su hermano Frank (Dylan Arnold), Oppenheimer es designado director de un laboratorio secreto en Los Alamos.

El dominio de Nolan sobre la escala ambiciosa del filme es evidente en cada fotograma. Rodada en 65 mm, la película se proyecta en 70 mm para transmitir una monumentalidad cinematográfica. El director logra una inmersión visual que se acerca a la perfección, aunque en ocasiones puede resultar abrumadora en detrimento de la narrativa. Sin embargo, en “Oppenheimer”, al igual que en “Dunkerque” (2017), Nolan utiliza este formato para transmitir la magnitud de un evento que cambió el mundo. Además, la película acerca al espectador al rostro de Oppenheimer, convirtiéndolo en un espejo y una ventana a la vez.

El último tercio de la película se desarrolla en blanco y negro y profundiza en la complejidad de la vida de Oppenheimer. Nolan entrelaza escenas de audiencias de seguridad en 1954 y la confirmación de Lewis Strauss (interpretado de manera hipnótica por Robert Downey Jr.), un ex presidente de la Comisión de Energía Atómica de Estados Unidos. Estas secciones en blanco y negro y las audaces decisiones políticas afectan directamente al destino de Oppenheimer, mostrando cómo su genialidad y lealtad a Estados Unidos no lo salvaron de ser víctima del juego político y el antisemitismo de la época.

La película es un testimonio de la devastación causada por las bombas atómicas, pero Nolan evita mostrar directamente los bombardeos para evitar glorificar la guerra. En cambio, la audiencia puede escuchar las famosas palabras que cruzaron la mente de Oppenheimer cuando vio la primera prueba de la bomba: “Ahora me he convertido en la muerte, el destructor de mundos”. Esta película destaca cómo el mundo cambió rápidamente tras la guerra para abrazar la era nuclear.

“Oppenheimer” es un logro cinematográfico brillante tanto en términos formales como conceptuales. Nolan evita el exceso de protagonismo personal y se concentra en transmitir fielmente la historia de un hombre clave en el desarrollo de la ciencia y la política del siglo XX. La película presenta a Oppenheimer en su complejidad como un hombre que contribuyó a un periodo de descubrimientos científicos transformadores y personificó la intersección entre la ciencia y la política. Sin duda, “Oppenheimer” dejará una profunda impresión en la audiencia y se posiciona como otra destacada obra del talentoso director Christopher Nolan.