Diferencias entre IP fija o estática y dinámica
Diferencias entre IP fija o estática y dinámica
Las direcciones IP son como los documentos de identidad de nuestra conexión a Internet. Son direcciones que se asignan al dispositivo desde el que estamos navegando, y esta asignación se hace desde el momento en que ponemos un pie en la red de redes. Pero no todos los métodos de asignación de direcciones IP son iguales.
Vamos a dedicar este artículo a explicarte cuál es la diferencia que existe entre las direcciones IP fijas, también conocidas como direcciones IP estáticas, y las direcciones IP dinámicas. Una suerte de guía de conceptos básicos en la que también te mostraremos cómo averiguar de qué tipo es tu dirección IP. Pero eso será al final, comencemos por los conceptos clave.
Qué es una IP dinámica
Cuando hablamos de IPs dinámicas lo hacemos siendo conscientes de que se trata del método de asignación de direcciones IP más común en todo el ecosistema tecnológico. Es el sistema que los operadores nos asignan por defecto ya que les resulta más sencillo de gestionar, y es el método que nos valdrá en el 90% de los casos prácticos de navegación por Internet.
Una IP dinámica es aquella que cambia cada vez que nos conectamos a Internet, aunque en la práctica la dirección suele variar únicamente cada varios días, en función del tiempo que establezca el DHCP de nuestro operador de Internet. El DHCP es el servidor encargado de recibir nuestra petición de navegación por Internet y de asignarnos una dirección IP que esté disponible en ese momento. El DHCP es, de forma figurada, como un agente de aduanas encargado de ponernos un sello en el pasaporte cuando viajamos, y ese sello cambia cada varios días salvo que, por algún motivo, la dirección IP que hemos estado usando siga disponible.
Las direcciones IP dinámicas tienen algunas ventajas, aunque la más importante de ellas es que se trata de un servicio gratuito. Al tratarse del procedimiento estándar, es el que nuestro operador nos sirve por defecto y sin cargo. Cambiar de IP cada varios días también nos protege de ataques externos por parte de usuarios que puedan haber recopilado nuestra IP, y nos protege de ciertos rastreos de webs (siempre que desactivemos la recolección de cookies en el navegador).
Qué es una IP fija
Hablamos de direcciones IP fijas o estáticas cuando la dirección es siempre la misma, independientemente de cuándo estemos navegando por Internet con nuestro dispositivo. La diferencia fundamental aquí es que este tipo de servicio es de pago. El operador nos reserva una dirección IP determinada que no variará, y que por tanto no podrá usar para la asignación dinámica a otros usuarios, y por tanto se vuelve un servicio de pago.
Las direcciones IP fijas son de pago también porque suelen asociarse a determinados servicios online más o menos profesionales que podemos ofrecer desde nuestra conexión. Servicios como servidores de correos, de datos, etc. Para montarlos necesitaremos (aunque no de forma indispensable pues hay métodos de ‘puenteo’) direcciones IP fijas, y nuestro operador nos cobrará por limitar su repertorio de direcciones IP dinámicas y ‘saltarnos’ el servidor DHCP.
Por regla general, las direcciones IP fijas suelen ser más estables y veloces, y ofrecen latencias más bajas debido principalmente a que nos saltamos pasos a la hora de conectarnos, como el paso del DHCP indicado antes. Por contra, contar siempre con la misma dirección IP nos hace más vulnerables a ataques externos ante quienes puedan haber recopilado nuestra dirección IP durante alguna conexión previa.
Dos formas de saber si tu dirección IP es dinámica o fija
El primer método es bastante sencillo pues consiste en que llamemos a nuestro operador para consultarlo. No obstante, si no hemos solicitado una dirección IP fija y, por tanto, no la estamos pagando como un sobrecoste en nuestra factura, lo normal es que nuestra conexión tenga una IP dinámica. No debe haber muchos operadores que ofrezcan IPs fijas sin coste. Y sin que lo solicitemos, claro está.
El segundo método consiste en acudir a una web que nos muestre cuál es nuestra dirección IP pública. Hay webs que cumplen dicha función y el método de comprobación es bastante sencillo aunque algo largo. Bastará con acceder a una de estas webs, apuntar nuestra dirección IP y volver a entrar pasados unos días para así comprobar si ha cambiado. Os dejamos unas cuantas webs que os mostrarán cuál es vuestra IP para ejecutar este segundo método.
Samuel Fernández