Guía básica para gestionar bien tu dinero a lo largo de tu vida
Guía básica para gestionar bien tu dinero a lo largo de tu vida
Ahorrar es como hacer una dieta. De primeras la idea no parece muy atractiva. Lo suyo es realizarlo paulatinamente, sin cambios drásticos, moderarse pero poder seguir haciendo de todo. No tener que recurrir a una dieta de choque si la situación se complica. Al cabo de un tiempo nos damos cuenta de que lo que estamos haciendo, en realidad, es comer bien de una bendita vez. Nos habituamos y para complementarlo nos ponemos a hacer ejercicio: invertir el dinero, que la metáfora no nos despiste. Y cuanto antes nos hayamos puesto a ser saludables en cuerpo y cuentas, mejor. Como en las dietas, hay diferentes pautas de ahorro (y de inversión) en función de la edad en la que nos encontremos. Porque nuestras necesidades y perspectivas, en los bolsillos y en los estómagos, no son las mismas a los 30 que a los 60.
A partir de los 20
La primera cuestión que se nos plantea es si tenemos suficiente dinero como para ahorrarlo. En la medida en que tengamos un trabajo a jornada completa con una remuneración normal, el ahorro es viable. “Si al mes ahorramos unos 100 o 200 euros, eso quedaría para gastos imprevistos”, establece Manuel Pardos, presidente de ADICAE (Asociación de Usuarios de Bancos, Cajas y Seguros). A partir de esa cifra se podría invertir una parte fuera de nuestra cuenta para obtener mayor rentabilidad. Francisco Marín, presidente del comité de servicios asociados de EFPA España (Asociación Europea de Planificación Financiera) cree que para ahorrar más lo primero es “ver en qué gastamos el dinero: hay gastos mensuales que son necesarios, y otros que si los analizamos se pueden reducir, desde nuestro ocio hasta nuestras facturas”.
¿Debería agobiarme por mover mis ahorros para que sean más rentables? Marín recomienda ser previsores: “Con lo que ahorramos, y esto se aconseja especialmente por lo que ha pasado durante la crisis, podemos crear una caja de resistencia para imprevistos. Un lugar seguro y rescatable al que vayan una parte de nuestras aportaciones por si surge cualquier contingencia: nos quedamos sin trabajo, una deuda sobrevenida, problemas de salud…”. En la misma línea previsora se postula Marta Acebo, de Aegon, que cree que es bueno que lo que vamos ahorrando se mueva inmediatamente de nuestra cuenta principal a los receptores de ese ahorro “como un recibo más del banco, para habituarnos a no tenerlo, a administrarnos sin ello a la espera de que dé réditos”.
Pero si compro algo con un crédito, eso cuenta como ahorrar, ¿no? Los expertos son partidarios de un ahorro voluntario en lugar de uno forzoso, es decir, ahorrar antes de comprar algo en lugar de recurrir a un crédito que nos obligue. “Ahora el crédito está barato, pero es difícil vivir así si uno no está educado para ello, y en España hay poca tradición y generalmente se imponen condiciones muy exigentes por parte del que presta el dinero”, valora Manuel Pardos, que desde ADICAE reclama cambios legislativos que permitan a los usuarios una mejor posición en la negociación de condiciones. “Pedir un crédito debe reservarse a operaciones muy concretas, como la compra de una vivienda que evidentemente no podemos pagar de una vez. Si no es eso siempre es mejor ahorrar antes que pagar los intereses”, opina Francisco Marín de EFPA.
A partir de los 30
¿Debería comprarme un piso? En la situación actual la compra de una vivienda ha dejado de ser tan común como antes. Meterse en una hipoteca es un compromiso que muchos jóvenes ya no ven viable. Si tenemos recursos y buenas perspectivas es un buen momento para comprar por la caída de precios, pero hay factores a los que debemos atender a la hora de hipotecarnos: “Es un error común ver el piso primero y luego el crédito. No se debe dejar una señal antes de financiarse, tiene que ir en paralelo”, recomienda Manuel Pardos, que añade que “no se deben aceptar condiciones añadidas como avales, y que hay que fijarse mucho en el diferencial. Una hipoteca que pasa de los 20 años ya comienza a ser un mal negocio. Hay que planificar bien: no podemos calcular el pago de la hipoteca con arreglo a nuestras ganancias mensuales, así llegaron los desahucios”. Tomar la vía del alquiler supone un ahorro inicial que podemos reinvertir en otras cosas. “La vivienda familiar es un activo que queda para nuestros hijos. Si lo descartamos y optamos por el alquiler perdemos eso pero podemos colocar el dinero en activos de rentabilidad más predecible”, certifica Francisco Marín.
¿Entonces debería invertir? ¿Cómo? Si tenemos suficiente dinero, lo recomendable es diversificar nuestra cartera de inversiones entre activos de mayor y menor riesgo y mayor y menor disponibilidad. “A los 30 años todavía estamos muy lejos de la jubilación, tenemos margen de maniobra hasta entonces, por eso es buen momento para tomar mayores riesgos y buscar una mayor rentabilidad”, resume Francisco Marín, que también deja claro que la elección del nivel de exposición depende siempre de cada persona, de su situación económica y su disposición individual a asumir riesgos. “Si nuestra capacidad de ahorro no es muy alta es recomendable un perfil más moderado”, corrobora José María Luna, de Profim Asesores Patrimoniales. Moderado puede ser invertir en fondos mixtos, que combinen la seguridad de la renta fija con el mayor riesgo y mayor rentabilidad de la variable.
En caso de tener un buen margen podemos invertir más en fondos de renta variable o, por ejemplo, en Bolsa: “En la medida de lo posible se debe cumplir el mantra de no poner todos los huevos en la misma cesta”, comenta desde ADICAE Manuel Pardos, que advierte que “si vamos a convertirnos en inversores directos en bolsa, y no a través de un fondo o un gestor, necesitaremos tiempo”.
Existen otros tipos de inversión directa como pueden ser el arte o los inmuebles. “La inversión directa permite a cada persona saber exactamente a qué proyecto destina su dinero, saber que con él no se hace nada que vaya en contra de sus valores”, destaca Ramiro Jiménez de la ONG Economistas Sin Fronteras, defensores de la inversión socialmente responsable. “El crowdfunding y el crowdlending, por ejemplo, permiten poner tu dinero en acciones interesantes y acordes a la ética de cada uno, y pueden tener un retorno rentable en forma de dinero o participaciones”. José Miguel Maté, consejero delegado de la gestora de inversiones Tressis, cree que estos nuevos vehículos de inversión “son buenos complementos siempre en función de los objetivos y el grado de conocimiento del inversor”.
¿Cuánto debería agobiarme por el futuro? El perfil del ahorrador español refleja que no tiende a pensar en la jubilación hasta más adelante. Una encuesta de Aegon Seguros, realizada este mismo año, establece que solo un 28% de la población activa española ahorra de manera habitual con este objetivo. “No hay cultura del ahorro. Ni el Gobierno ni las empresas la fomentan con legislación y planes especiales para los empleados”, critica desde la aseguradora Marta Acebo. Los productos como un plan de pensiones no ofrecen demasiado atractivo para alguien en la treintena. “La única ventaja del plan de pensiones y otros productos parecidos es que retrasan la fiscalidad. No se pagan impuestos por el dinero que se mete en un plan de pensiones. Hasta que se recupera ese dinero, entonces sí hay que pagar”, recalca Francisco Marín. El portavoz de EFPA ve por contra en este vehículo una baja rentabilidad y, sobre todo, la imposibilidad de rescatar el dinero que se aporta hasta 10 años después de ponerlo (gracias a una modificación legislativa de 2014, antes ni siquiera eso) a no ser que nos afecte el paro de larga duración o circunstancias de cariz similar. Todavía somos jóvenes.
¿Debería comprarme un coche? “Hay mucha competitividad, los precios han bajado. Se trata de quitarse manías y encontrar un modelo de coste razonable”, esgrime Manuel Pardos de ADICAE, que también recuerda que el coche solo sale rentable si se usa de verdad, y alerta del peligro de la financiación sin intereses: “es crédito con entidades financieras, y hay que mirar las condiciones al detalle”. En cuanto al seguro, los comparadores web sirven perfectamente como orientadores a la hora de buscar los que mejor encajen con nuestras necesidades. Ser buen conductor también es ahorrar.
¿Y si me caso? Casarse también es ahorrar. La boda (al margen de los regalos que, con mayor o menor tino, recibamos de amigos y familiares) ofrece ventajas fiscales a la vida en pareja que no obtienen ni siquiera las parejas de hecho, por ejemplo, en el IRPF o en la compraventa de vivienda.
A partir de los 40
A los 40 años nuestra situación económica, si todo va bien, debería haber mejorado, a pesar de que también sería normal que nuestras cargas (familiares, por ejemplo) fuesen aumentado. Ya no somos tan jóvenes, pensamos en el futuro al peinar las canas, miramos al largo plazo. Para este perfil los expertos recomiendan inversiones que se mueven entre el riesgo y la moderación, sin llegar a ser conservadoras. José María Luna, de Profim, recomienda una cartera que integre fondos monedero, (“es decir, una reserva en algún fondo monetario de bajas comisiones por si se precisa liquidez en algún momento, pero con más rendimiento que un fondo de depósitos tradicional”), fondos mixtos de renta fija y fondos de renta variable.
En función de la situación económica es un buen momento vital para asumir más inversiones en bolsa, ya sea de manera directa o a través de fondos de bolsa.
Mis ingresos van en aumento pero mis gastos también… Los hijos crecen y es probable que ya usen un móvil. “Desde el punto de vista de los seguros, las tarifas de teléfono o cualquier otro servicio, el mejor consejo es dedicar tiempo y planificar teniendo en cuenta las distintas opciones del mercado y nuestras necesidades reales”, valora José Miguel Maté de Tressis. De nuevo, nos vuelven a ayudar los comparadores. Suele ser buena idea buscar ofertas de pack, como las que ofrecen las operadoras de teléfonos y de Internet por contratar con ellas el fijo, la red, y las líneas móviles. Las aseguradoras, quién no ha visto los anuncios, también tienen este tipo de promociones.
¿Los seguros son otra forma de invertir? A los 30 ya nos habían presentado a los seguros, pero a los 40 nos hacemos amigos. Solemos ser más previsores: “Para evitar imprevistos podemos contratar seguros de salud, de vida o de vivienda.Nos ayudará a vivir más tranquilos y a gestionar mejor nuestro ahorro”, sostiene Maté.
A partir de los 50
Ya vemos la jubilación acercarse. Si todo ha ido bien, en esta época llegaremos a nuestra cumbre laboral. Tenemos más dinero para invertir pero menos margen de maniobra de cara a nuestro retiro. Nuestras inversiones no van a ser tan agresivas, sino más bien moderadas. José María Luna, de Profim Asesores Patrimoniales, dibuja para estas edades una cartera de inversiones “equilibrada” que combina la relativa seguridad de fondos de retorno absoluto o fondos mixtos de renta fija con otros de mayor volatilidad como los de renta variable.
¿Puedo cambiar mi estrategia a la hora de invertir? Es probable que en este punto de nuestras vidas queramos dedicar una parte de nuestros ahorros a la inversión directa con lo que hemos ido aprendiendo. Además de la bolsa podemos sopesar otras opciones de inversión patrimonial en función de nuestra capacidad. Podríamos comprar otro inmueble y tratar de rentabilizarlo, por ejemplo, alquilándolo cuando no lo estemos usando. “También hay otras alternativas de inversión”, señala José Miguel Maté de Tressis, “arte, coches antiguos, metales preciosos… pueden ser inversiones interesantes”. Aquí todo depende del grado de interés que nos genere cada cosa y de que conozcamos la materia en concreto o tengamos un buen asesor para alguna de ellas.
¿No debería haberme hecho un plan de pensiones hace muchos años? “Las aseguradoras ofrecen productos similares con formato de seguro de vida, como los llamados seguros PIAS (Planes Individuales de Ahorro Sistemático)”, comenta Francisco Marín de EFPA. En los PIAS se sabe cuánto se va a cobrar como complemento a la pensión porque se acuerda la totalidad de recursos que se aportará al plan desde el principio, y además, se puede empezar a cobrar esa renta pasados solo cinco años desde la primera aportación. Su tributación funciona de manera distinta a la del fondo de pensiones, pero también tiene ventajas.
A partir de los 60
Siguiendo la lógica que venimos planteando, en nuestros últimos años de vida laboral activa deberíamos ser conservadores con nuestras inversiones para que nuestro futuro no corra riesgo. “El perfil será cada vez más defensivo”, confirma José María Luna, que recomienda fondos monetarios o de renta fija combinados con otros de retorno absoluto y fondos mixtos de renta fija. En ningún caso son productos tan volátiles como los aconsejados para otras edades.
Ahora que ya estoy jubilado, ¿cuándo puedo empezar a quemar mis ahorros? A estas alturas como mucho debemos destinar un 10% o un 15% a renta variable u otras inversiones de mayor riesgo. Ganamos más tiempo con el paso de los años así que son buenos momentos para realizar nuestras propias inversiones directas en aquello que nos guste y se nos dé bien. Si hemos podido acumular ahorros hasta este punto de nuestras vidas no tendremos problemas al afrontar nuestra jubilación.