José Carlos Botto Cayo
El espacio crece,
las distancias se agrandan,
los ojos sangran
tantos espacios faltantes.
La mesa quedó vacía,
los cubiertos puestos,
comida aún humeante…
y nadie queda.
Espacios asfixiantes
brillan por la soltura:
no hay manos que se tocan,
ojos que se miran.
El espacio está vacío,
solo recuerdos sobre ella:
carcajadas cómplices,
miradas perdidas,
solo espectros en el aire.
Una mesa vacía,
nadie para disfrutarla,
no un pisque de sociedad,
solo distancias y platos humeantes.