Hay un frío del norte
llegando a nuestro pueblo,
calando los huesos,
congelando nuestras puertas.
Un frío desconocido
en época del calor,
primavera celestial
asombrada por el suceso.
Un frío que llega sin preguntar,
atacando cada habitación,
soplando sin misericordia
sobre los hombros de la gente.
Un frío del norte que llega,
tomando las almas desprevenidas,
transformándolas en silencio,
buscando un refugio al evento.
Hay un frío del norte
que pasa entre nosotros:
almas indisciplinadas
en los quehaceres de la lucha.
Un frío que cala
como las palabras oscuras
de un amante que rompe el silencio
para sentenciar la vida de una pareja.
José Carlos Botto Cayo
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