The Velvet Underground: El áspero terciopelo que cambió el rock

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The Velvet Underground: El áspero terciopelo que cambió el rock

La edición en formato «Deluxe» de “The Velvet Underground & Nico”, vuelve a poner de actualidad al que es uno de los discos más influyentes de la historia del rock. Àlex Oró nos refresca los datos esenciales.

Texto: ÀLEX ORÓ.

Pánico escénico de este crítico ante el papel en blanco. Nos enfrentamos a “The Velvet Underground & Nico”, uno de los discos más comentados, reseñados, diseccionados, aplaudidos, reconocidos, imitados y catárticos de la historia del rock. Influencia de decenas de bandas y artistas a partir de los setenta y hasta la actualidad (David Bowie, Jonathan Richman, Patti Smith, Brian Eno, Jesus and Mary Chain, Television, Hüsker Du…) y un disco que, en definitiva, no deja indiferente a nadie. Porque también hay gente que lo odia con la misma intensidad que otros lo veneran y no dudan en vilipendiarlo siempre que tienen ocasión. Por todo ello, nos enfrentamos “al disco” con pánico y nos asalta la duda sobre si seremos capaces de explicarles algo diferente que no hayan leído con anterioridad. Las luchas de ego entre Lou Reed y John Cale o las intromisiones de su padrino Andy Warhol para que Nico tuviera un papel protagonista en la banda han sido narradas con todo lujo de detalles hasta la saciedad. No obstante, en EFE EME somos tipos valientes y nos vamos a enfrentar a este Miura mirándolo a los ojos o, mejor dicho, escuchándolo por enésima vez con las orejas bien abiertas.

Lo primero que deberían saber es que, si estamos redactando este texto es porque Universal ha reeditado el elepé de debut de The Velvet Underground en los habituales formatos “Deluxe” de dos discos compactos con material extra, la caja “Super Deluxe” de seis compactos y la edición en vinilo. En la caja de seis discos se incluyen directos, ensayos el elepé “Chelsea girl”, que apareció en octubre del 67 y que contó con la participación de los miembros de The Velvet Underground y un jovencísimo Jackson Browne, que en esa época compartía apartamento con la cantante alemana.

UNOS «RARITOS» EN 1967

Subamos a la máquina del tiempo y trasladémonos a 1967 y echemos un vistazo al panorama musical: The Beatles habían editado “Sgt. Peppers Lonely Hearts Club Band” y miles de jóvenes abrazaban el ideario hippie durante el verano del amor. En Gran Bretaña, el paradigma psicodélico finiquitaba la era beat y el soul arrasaba en las pistas de baile de medio mundo. En los Estados Unidos, pop, rock y la psicodelia de la Costa Oeste desprendían optimismo. Es, sin duda, un análisis algo simplista pero nos ayuda a situarnos en el momento en que se gestó el primer disco de The Velvet Underground. Imagínense pues cómo el rasgado, oscuro y sucio sonido de este disco y las letras de temática poco común de Lou Reed, se salían de los parámetros habituales de la época.

Tras su grabación en la primavera de 1966 en un cochambroso estudio de Manhattan, tardó más de un año en ser editado porque fue rechazado por varias discográficas. A los directivos de Atlantic no les gustaba que hubiera canciones tan explícitas sobre las drogas y a los de Elektra, en cambio, les sobraba el toque “avant-garde” que proporcionaba la viola de John Cale. Finalmente, “The Velvet Undergound & Nico” llegó a las tiendas de la mano de Verve, una filial de Metro Goldwyn Mayer especializada en jazz pero que optó por apostar por el rock experimental. Pero Verve tenía también sus prioridades y en 1966 su prioridad era Frank Zappa y su “Freak out”.

Para colmo, una vez distribuido problemas legales relacionados con la foto de la contraportada obligaron a retirar “The Velvet Underground & Nico” de las tiendas durante unas semanas. Y un detalle más, la celebérrima portada del plátano de Warhol, confundió a muchos compradores que creían que adquirían una grabación del artista plástico. Todo ello influenció negativamente en la trayectoria comercial del elepé, que solo llego al puesto 171 de las listas de ventas ante la incredulidad de Lou Reed, John Cale, Sterling Morrison, Maureen Tucker y Nico. Las emisoras no lo radiaron por sus explícitas letras sobre sexo y drogas y por no emitir, no emitieron ni publicidad pagada del disco. La crítica de la época simplemente lo ignoró. «Rolling Stone», por ejemplo, ni siquiera lo reseñó. El reconocimiento, como todos ustedes ya saben, llegó años después y “The Velvet Underground & Nico” se convirtió, dicen, en el disco más influyente de la historia del rock. El que suscribe admite la relevancia superlativa de ésta grabación, pero es refractario a las listas y los rankings de discos. Una manía como cualquier otra, oigan.

LAS CANCIONES

¿Pero que tiene este disco que no tengan otras grabaciones de los sesenta? Lo decíamos anteriormente, “The Velvet Underground & Nico” se salía de los parámetros habituales de la década. El elepé se abre con las prístinas campanillas de ‘Sunday morning’, en la que Reed canta con voz femenina (sí, amigos, no es Nico, es el gruñón de Lou), lo que le costó algunas burlas en el disoluto ambiente de la warholiana The Factory. Es una composición de Reed y Cale, creada tras una noche “toledana” y seguro que ha servido de banda sonora para millones de resacas dominicales en el mundo occidental.

El primer trallazo nos llega con el segundo corte del disco: ‘I’m waiting for the man’. Lou Reed explica en primera persona cómo busca drogas en las calles de Nueva York. Habla explícitamente del “mono”: “feelin’ sick and dirty more dead than alive” («sintíendome enfermo y sucio, más muerto que vivo»). Es puro R&B embrutecido y salvaje y, en nuestra opinión, la canción más potente del disco. Bowie la descubrió en una maqueta del disco que su mánager le trajo de Nueva York y la incorporó al repertorio en directo de The Riot Squad, su banda de 1967.

‘Femme fatale’ es la primera canción del disco en la que Nico canta como solista. Nico era una modelo y actriz, que no tenía experiencia como cantante y que además apenas hablaba inglés. Warhol impuso su presencia a la banda para darle glamour tan solo tres meses antes de la grabación del elepé, e incluso Paul Morrissey, hombre de confianza del pintor, intentó que asumiera todo el repertorio del disco, algo en lo que Reed no estaba dispuesto a ceder. A Cale, el otro peso pesado del grupo, la chica tampoco le caía demasiado simpática. Sin embargo Nico supo lidiar con la fuerte personalidad de ambos y consiguió que el taciturno y cascarrabias Lou le cediera ‘Femme fatale’, cuya temática, por sugerencia de Warhol, estaba basada en la historia de la actriz Edie Sedgwick, musa del pintor.

El sadomasoquismo es el protagonista de ‘Venus in furs’. Sus referencias a brillantes botas de cuero del primer verso nos remiten inequivocablemente al sexo bizarro, aunque ninguno de los miembros de la banda gozaba con este tipo de propuestas carnales. No obstante, el nombre de la banda hace referencia a una novela homónima de Michael Leigh publicada en 1963 y que tenía como eje de argumental y las relaciones sexuales de dominancia y sumisión. Su sonido es realmente inquietante con cascabeles y la viola de Cale sonando como un látigo.

En ‘Run, run, run’ las drogas y los yonquis desesperados vuelven a estar presentes. Rock trepidante pasado de vueltas para una banda que se siente a gusto consigo misma. Después de escuchar este tema, cojan el disco de debut de The Modern Lovers y comprenderán aquello de la influencia superlativa de “The Velvet Underground & Nico”.

La cantante alemana vuelve a la carga en ‘All tomorrow parties’, la canción preferida de Warhol. Es una composición que retrata el ambiente en The Factory, donde la corte del pintor buscaba sus quince minutos de gloria.

Y volvemos a las drogas con ‘Heroin’, una canción sórdida donde las haya, la más polémica del disco y en la que la hiriente viola de Cale se disputa el protagonismo con la voz de Reed. En “Up-Tight. La historia de la Velvet Underground”, de Victor Bockris (Discos Crudos, 2009), Sterling Morrison califica la canción como “preciosa, quizás la mejor de Reed y, sobre todo muy auténtica” aunque “al cantarla, Reed está otorgando glamour a la heroína, haciéndola atractiva para aquellos que quieren morir. Lo que hizo mucho daño, al menos en Nueva York, fue el culto a la personalidad. Los fans del rock han consumido heroína creyendo que Lou la tomaba, sin darse cuenta que el personaje de la canción no tenía por qué ser Lou Reed”. No obstante, y pese a las palabras exculpatorias de Morrison es bien conocida la relación de Reed con éste opiáceo y siempre ha sido inevitable asociar la canción a su trayectoria vital.

El amable envoltorio de ‘There she goes again’ no nos debe despistar. Es una canción dura, inspirada en el tema ‘Hitch hike’ de Marvin Gaye y en la que el castigo físico a una chica es omnipresente. Una prueba más de lo “marciano” que podía llegar a ser este disco en 1967. Recuerden que The Beatles, por poner un ejemplo, cantaban ‘All you need is love’ y lo más bestia que habían grabado los Stones era ‘Simpathy for the devil’.

En cambio, ‘I’ll be your mirror’, tercera y última aportación de Nico es una enorme canción de amor. Cuesta imaginar a Reed con mariposas en el estómago a la hora de componer este tema para la germana, pero todo apunta a que el colíder de la Velvet estaba enamorado de la modelo cuando la escribió.

‘Black death song’ es quizás la canción más difícil del repertorio del álbum de debut de The Velvet Underground, un tema inclasificable en el que la viola de Cale tiene un sonido hiriente. Cierra el disco ‘European son’, única composición atribuida a toda la banda. Ágil en su inicio y escasa de texto, se transforma en una hecatombe sonora de difícil digestión.

El material extra incluido en el primer compacto de la edición “Deluxe” consiste en versiones alternativas, en algunos casos más breves (“Heroin” un minuto menos) y en otros notablemente más extensas, como “European son” (dos minutos más, hasta superar los nueve). En el segundo, hay nueve tomas alternativas del acetato grabado el 25 de abril de 1966 en los Scepter Studios, que ayudan a formarse una idea de cómo era el trabajo “en bruto” de la banda. Se complementa con seis cortes procedentes de un ensayo en “The Factory” el 3 de enero de 1966. No hay duda de que es un documento histórico que cautivará a diseccionadores y forenses de la obra velvetiana pero que, para un público más amplio puede ser perfectamente prescindible.

Andy Warhol y The Velvet Underground, o mejor dicho Lou Reed, rompieron en julio del 67 y la banda editó tres discos más: “White light /White heat” (1968), el último en el que participó Cale; “The Velvet Underground” (1969) y “Loaded” (1970).