“Frank Zappa no era ningún genio”

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“Frank Zappa no era ningún genio”

Las librerías están saturadas de biografías y autobiografías de estrellas del rock, volúmenes que llueven sobre mojado, ensalzando méritos y éxitos. La mayoría están escritos por hombres de confianza de la estrella en cuestión. ‘¡Alucina! Mi vida con Frank Zappa’ (Malpaso, 2016) es así solo en parte. Lo firma Pauline Butcher, una señora inglesa que con 21 años se mudó a California para trabajar como secretaria de Zappa en la época en que esté grabó discos como ‘Uncle meat’, ‘Hot rats’ y ‘200 motels’. Por aquel entonces, la joven Pauline estaba fascinada por el encanto freak de Zappa, pero era de las pocas personas de su entorno que podía decirle a la cara lo que pensaba.

Casi 40 años después de dejar de trabajar para Frank Zappa, Pauline recogió todas las cartas que había escrito a su madre durante su encierro en la comuna de Laurel Canyon, cartas llenas de detalles, confesiones y con una precisión descriptiva, que le ha permitido elaborar la mejor novela con la que descubrir al Zappa fuera de los escenarios. Los zappadictos ya se le han quejado, aunque los hay tan enganchados al personaje que ni siquiera quieren leer lo que Butcher escribe: que Zappa era un tipo francamente cretino, machista, intolerante, autoritario y con problemas de sociabilidad.

 

Pregunta. Algunos fans aseguran que su libro realza la genialidad de Zappa. A mí me parece que hace lo contrario. La cuestiona y, además, desvela facetas la persona que lo retratan como un cretino.

Respuesta. Cuando escribí el libro pensaba que todo el mundo ya tenía muy claro lo brillante que fue Frank. Entregué la primera versión a mi agente y me dijo: ‘Lo criticas demasiado. Quien no lo conozca no sabrá lo bueno que era’. Y tuve que añadir muchas cosas buenas: opiniones positivas sobre él como compositor, comentarios entusiastas de críticos que encontré en diarios…

P. ¿Escribiéndolo has entendido mejor qué clase de persona era Frank?

R. Una vez publicado, y a través de las cartas de fans, he adquirido una mejor perspectiva de lo extraordinario que fue trabajar con él pero, también, estoy confundida sobre el lugar ocupa en la historia. Cualquier instrumentista cree que era un dios. Pink Floyd y Mick Jagger lo adoraban, pero yo nunca tragué con eso. Yo veía al hombre, no al músico. Y veo que mucha gente se ofende porque muestre esa otra faceta. Al parecer, ser compositor brillante implica que tenía que ser igual en su vida diaria. Y, desde luego, no lo era.

P. ¿Qué es un genio y en qué medida ese adjetivo encaja en Zappa?

R. El término genio no se ajusta a él para nada. Un genio es alguien como Einstein, que descubrió algo que nadie había visto. Él era extremadamente talentoso y desbordante, compuso muchísima música y tenía un gran dominio del escenario. Pero todo eso no te convierte en un genio.

Era extremadamente talentoso y desbordante, compuso muchísima música y tenía un gran dominio del escenario. Pero eso no te convierte en un genio

P. Tu libro explica que estaba rodeado de gente que lo adoraba a todas horas y le decía que todo lo que hacía era genial. Siendo tan inteligente como era, no supo mantener a raya a los aduladores. ¿Nadie le dijo que no era una buena idea presentarse a presidente de Estados Unidos?

R. Yo solo estuve con él al principio de su carrera y ya entonces hablaba de ser presidente de Estados Unidos. Creo que si no hubiese muerto hubiese acabado presentándose. Tenía ese tipo de ego. Pero, por otro lado, no tenía la prensa de su lado. Lo pasó fatal con la prensa, sobre todo con la inglesa, y sabía que nadie ponía sus discos en la radio. Su círculo más íntimo le decía que sí a todo, pero recibía reacciones muy negativas del exterior.

P. Y entonces decía cosas como ‘tal vez el público no está preparado para mi música’, lo cual aún lo llevaba al callejón sin salida del ego.

R. Sí, tenía un ego extraordinario. De eso no cabe duda.

P. Zappa describía al prototipo de fan suyo como un chaval de 18 años, judío, con acné, inseguro y que se sentía extremadamente solo…

R. Sí. De hecho, Frank se estaba describiendo a sí mismo ahí. Fue a muchas escuelas distintas de niño. En un estudio de psicología descubrieron que los niños que cambian mucho de escuela quedan afectados psicológicamente. Creo que ese aislamiento le afectó seriamente. Ya nunca volvió a encajar. En mi libro aparece varias veces quejándose del sistema educativo, lo cual es ridículo porque la educación es algo positivo y beneficioso.

P. Quizá por eso creó su pequeño mundo en Laurel Canyon. Un espacio aislado, con su séquito de familiares y gregarios a sus órdenes. Como Prince, Fela Kuti, Michael Jackson y a tantos presuntos genios…

R. La diferencia es que cuando se montó su casa y estuvo rodeado por toda esa gente que le adoraba, los ignoraba a todos. Se pasaba los días solo. En las Navidades que describo en mi libro, no comió con nosotros. Se fue al sótano. Cuando los niños crecieron, le insistieron en que al menos comiese con ellos los días de Acción de Gracias y Navidad. Y aún así lo detestaba.

En Navidades se fue al sótano. Cuando los niños crecieron, insistieron en que al menos comiese con ellos en Acción de Gracias y Navidad. Lo detestaba

P. ¿Qué debemos deducir de alguien que come siempre solo, en un sótano, en una casa llena de gente? ¿Qué nos dice eso de Frank Zappa?

R. No dice muchas cosas buenas, ¿no? ¿Qué piensas tú que dice de él?

P. Que tenía problemas evidentes de sociabilidad, que le suponía un gran esfuerzo estar incluso con su gente. Lo cual es tremendamente triste.

R. Sólo estaba cómodo si podía mantener una posición autocrática.

P. Cuentas que era muy ingenioso y bromista, pero que nadie podía hacer bromas sobre él. ¿Alguien se rió alguna vez de su bigote?

R. ¡No! Recuerdo uno de esos días de Navidad en que Frank cogió la comida y se bajó a comer solo al sótano. Ese día tuve una revelación. No es que no lo quisiéramos en la mesa, pero en cuanto se iba la atmósfera se relajaba. Ese aspecto egoísta de Frank es un asunto del que nadie quiere hablar. Pero también era muy amable. Siempre animaba a la gente de su alrededor a ser lo mejor que pudieran. A mí siempre me animó a ser escritora. A nadie más en esa casa le importaba lo que yo quisiera ser, pero a él, sí.

P. Muchos fans suyos destacan su faceta como crítico político. Tú cuentas que en aquella época apenas teníais contacto con el mundo exterior. Me pregunto si su actitud crítica con la política estadounidense era sincera o si solo era otra forma de ejercitar su músculo cínico.

R. Creo que Frank formaba sus opiniones y emitía juicios en base a evidencias muy débiles. Intento recordar algún ejemplo, pero mi cerebro no funciona mucho con el jet lag (Pauline acaba de aterrizar de Singapur). Podría poner el ejemplo de fumar. Siendo tan inteligente, se negaba a aceptar que fumar provocase cáncer. ¡Eso era elemental! Y cuando empezaron a sucederse los asesinatos de John Kennedy, Martin Luther King y Robert Kennedy, dijo aquello que era una moda y que él también sería asesinado.

Cuando empezaron a sucederse los asesinatos de John Kennedy, Martin Luther King y Robert Kennedy, dijo que era una moda y que él también sería asesinado

P. Le pediste que compusiera una canción sobre la masacre de Kent (el 4 de mayo de 1970 cuatro universitarios que protestaban por la invasión estadounidense de Camboya fueron asesinados por la policía) y te contestó que no, que eso ya lo hacían otros. Una reacción muy cínica.

R. Sí, fue muy cínico. Es interesante porque eres la primera persona con la que me cruzo que aporta una visión crítica sobre Frank Zappa.

P. Será porque nunca me atrajo su música.

R. De todos modos, creo que soy bastante justa en mi libro. Introduzco estos elementos críticos, pero los equilibro con la gran adulación y adoración que sentía por él. Creo que eso se percibe aunque algunos de los fans que me escriben están enfadadísimos porque no aceptan que una figura tan icónica y con tanto talento e inteligente no sea tan genial como persona.

P. ¡Pero se puede ser un genio y, a la vez, un cretino integral! Y tu libro no intenta convencer a nadie de que Zappa era una cosa o la otra.

R. Pero, ¿cómo vas a plantear tu artículo? ¿Escribirás que este es el libro sobre un hombre espantoso?

P. Será una entrevista con una persona que conoció bien a Zappa y que, precisamente por ser mujer, expone aspectos de su personalidad que otra persona cercana a él, por ejemplo, un guitarrista de su banda, tal vez no hubiera sido capaz de hacer aflorar en una biografía sobre él.

R. De acuerdo.

P. Frank Zappa te contrató inicialmente para que tomases notas de sus reflexiones políticas para un libro que le habían encargado. Ese libro nunca llegó ni a empezarse. Zappa dice que sospechaba que alguien del FBI era miembro de la editorial que se lo encargó. ¿Fue así?

R. Creo que él lo pensaba sinceramente y que pudo ser cierto. En esa época, el FBI iba detrás de las estrellas de rock. Tal vez tenía razón y el manuscrito hubiese llegado a manos del gobierno. Pero si fue realidad, nunca lo supe.

P. Los años que pasaste con Frank Zappa fueron muy convulsos en Estados Unidos. ¿No pensabas que era hora de que aparcase la música unas semanas y poneros cuanto antes con ese manifiesto político?

R. Le habían encargado antes un artículo para la revista ‘Life’ y no lo hizo muy bien. Era sobre la influencia de la música de los años 50 en la de los 60, pero lo rellenó con chorradas. Lo pasó tan mal escribiéndolo que descubrió que no estaba hecho para ser escritor. ¿Has leído su autobiografía? Sus fans la adoran, pero tiene muchas lagunas. No hubiese sido capaz de escribir ese libro. En cambio, era muy bueno escribiendo letras para canciones.

P. Mi capítulo favorito es ‘La liberación de la mujer’. Retrata con una gran naturalidad el machismo recalcitrante de una estrella de rock. ¿Ya percibías entonces lo machista, misógino y mujeriego que era? Trataba a las mujeres como objetos. ¡Incluso a su esposa, Gail!

R. Jamás conseguí hacerle bajar del burro cuando le hablaba de feminismo. Lo único que puedo decir para salvarle es que cuando rechazaba sus proposiciones (se refiere a todas las veces que intentó llevársela a la cama) no me castigaba por ello. En realidad, hacía lo contrario. Esto, en cierto modo, le redime. No digo que su comportamiento fuera aceptable, pero lo cierto es que luego no me dejaba tirada.

P. Una protagonista secundaria de tu libro es PamZ, posteriormente conocida como Pamela des Barres y autora del libro “I’m with the band”. Me gustaría saber tu opinión sobre la figura de las groupies.

R. Es una figura un poco triste. Su libro está muy bien, pero las groupies siempre salen mal paradas. Frank Zappa compuso la canción ‘Crew slut’. ¡Qué forma más terrible de describir a una mujer! Siempre podrá decir que era una canción irónica sobre cómo los hombres tratan a las mujeres, pero, ¿para qué escribirla? ¡No me gusta nada!

P. Cuando canta “te compraré pizza, puta de la tripulación, por supuesto que te presentaré a Warren, puta de la tripulación”… Es infame.

R. Sí, pero se supone que eso no lo dice Frank sino sus técnicos de sonido.

P. Para mí es peor. Zappa adopta esta posición de superioridad tan suya y describe a sus técnicos como hombres que trabajan duro y necesitan relajarse con groupies. Es doblemente cínico y despectivo. Con las mujeres y también con ellos, pues los describe como trozos de carne.

R. Sí, estoy de acuerdo. Una observación interesante.

P. ¿En qué medida las estrellas del rock de los años 60 y 70, en general, y Frank Zappa, en particular, ayudaron a visibilizar la causa feminista?

R. No creo que ayudasen en absoluto. Estuvieron lo menos concienciados que se puede estar. Siguieron con su búsqueda del amor romántico que, como sabes, Frank despreció y para la cual no tenía tiempo. Quienes han introducido el feminismo en la música han sido las mujeres y las escritoras.

P. Respecto a la visión de Zappa sobre el feminismo, es algo turbia. Él defiende canciones como ‘Bobby Brown’, ‘Jewish Princess’, ‘Catholic Girl’, ‘Crew Slut’ y ‘Jazz Discharge Party Hats’ diciendo que él era un cronista de hechos que consideraba que debían conocerse. Se supone que los oyentes debíamos escucharlas como observaciones sin intención crítica o juicio por su parte. Pero a mucha gente, y yo me incluyo, les cuesta tragar eso.

R. ‘La vida de Brian’ es una tremenda crítica al cristianismo con la que podemos reír porque entendemos sus parámetros y lo que quiere decir. Con las letras de Zappa no se da siempre ese caso. ‘Bobby Brown’, por ejemplo, hace referencias incómodas sobre homosexuales y lesbianas y sobre cómo la liberación de la mujer hará que hombres y mujeres heterosexuales se hagan homosexuales. Los fans acérrimos de Zappa defienden este tipo de canciones diciendo que esas personas existen y no merecen protección. También argumentan que Zappa era más cruel en sus canciones con los hombres que con las mujeres. Si analizas ‘I’m cute’ puedes ver que es cierto.

Frank nunca quiso quería escribir letras. Su ambición y deseo era ser un compositor serio, pero se dio cuenta de que eso no pasaría a menos que se hiciese con un nombre y ganara dinero suficiente para pagarse su música seria. También sabía que el público rock no aguantaría una velada suya de canciones sin letras. Por lo tanto, se forzó a escribir letras y como odiaba hacerlo eligió escribir sobre temas de los que nadie escribiese. Y creo que en ese proceso se propuso ser indignante e irrespetuoso con todos.